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Si estás pensando en comprarte una nueva guitarra clásica, es interesante decidir si la tapa será de cedro o de abeto, y en general no está de más que eches un vistazo posibilidades que hay en cuanto a las maderas con las que está construida. En este post intentaré aclarar algunas cuestiones básicas en referencia a la madera de la tapa, que como ya expliqué con detalle en este otro post, son las que más van a influir en el sonido de tu instrumento.
La influencia de la tapa en el sonido
Es difícil hacer una estimación, pero para que nos entendamos, diría que un 80 por 100 del sonido de tu guitarra viene determinado por la tapa armónica. La razón de esto es que la tapa armónica es la parte acústicamente más activa de una guitarra. Las cuerdas están conectadas con la tapa a través del puente. Y las vibraciones que se transmiten a la tapa se amplifican gracias a la caja de resonancia. En un esquema muy básico, así funciona una guitarra.
Y como es necesario que la tapa vibre, habitualmente se construye con una madera blanda, mucho más fácil de excitar físicamente que una madera de mayor dureza. Así, una buena guitarra se puede distinguir de una de menor calidad por su capacidad para responder a los cada acción del guitarrista. Una tapa sensible a cada impulso será a priori una tapa mejor. Pero no solo eso, pues en una tapa bien hecha te juegas no solo el carácter del sonido, sino también buena parte del volumen y rango dinámico del instrumento. De algún modo, las vibraciones de la tapa tienen un cierto efecto de membrana que «bombea» las ondas sonoras, de modo que, cuanto mejor construida esté, el rango dinámico de la guitarra será mayor, siendo más fácil apreciar la diferencia entre un pianissimo y un fortissimo, cosa nada despreciable desde un punto de vista expresivo.
En definitiva, que en la tapa está el corazón del sonido de una guitarra. Esto en realidad sucede así en cualquier instrumento acústico con caja de resonancia: las tapas de los violines y de los pianos —por citar dos ejemplos— funcionan de manera muy similar. El resto de las maderas evidentemente influyen en el sonido, pero tienden a aportar solo algunos matices leves a su carácter acústico.
Tapas de abeto: sonido clásico y colorido acústico
El abeto ha sido la madera utilizada desde tiempo inmemorial para la construcción de tapas armónicas. Es muy habitual que se le llame también pino-abeto o pícea. Hay muchas subespecies de abeto que se pueden utilizar para construir guitarras, y la clave es conocer el nombre científico de cada una para no perderse. La especie más popular para guitarras clásicas es la llamada Picea abies, por su nombre científico, conocida popularmente como pino-abeto europeo, pícea común o pícea de Noruega.
Si nos fijamos en su aspecto visual, el color del abeto es de un amarillo pálido, casi blanco, cuando la guitarra es nueva. Con el tiempo, el abeto tiende a oscurecerse hacia un amarillo ámbar. Esta variación de color es importante conocerla para distinguir una guitarra nueva de una antigua. El gran Antonio de Torres construyó todas sus guitarras con abeto, y si las observamos hoy en día, podremos apreciar ese amarillo anaranjado al que tienden todas las maderas de la familia de las pináceas con el tiempo.
Claro, eso sucede si el barniz utilizado no ha sido teñido, circunstancia en la cual habría que hacer un estudio que excede el propósito de esta entrada. Lo más común es que para el acabado de las guitarras clásicas artesanas se utilicen barnices que no añaden coloración significativa, cosa que también te ayudará a distinguir una guitarra de calidad de una que no lo es tanto. Entiéndaseme: si un guitarrero utiliza una buena madera para hacer una guitarra, no sé qué le puede mover a no mostrarla tal cual es, pero imagino que esto es muy opinable. La práctica común en guitarras de luthier son los barnices incoloros. Aunque en esta cuestión, como siempre, los flamencos son un poco excepción, y no es extraño encontrar guitarras flamencas de calidad barnizadas con tonos rojos o naranjas que no son «naturales».
Creo que ha quedado claro que personalmente no me gusta teñir las maderas, pero allá cada uno con sus ideas en este sentido. No en vano, el barniz que se aplica a los violines le aporta ese color naranja tan bonito, y en el mundo del violín está aceptado que esto debe ser así y ya está.
Pero vamos a la cuestión del sonido. El abeto es una madera que te aportará un sonido brillante y lleno de armónicos. Diría que el abeto, en cuanto a sonido, tiene muchísimos más matices que el cedro, del que hablaremos en seguida. Te animo a escuchar la misma pieza comparando cedro y abeto, y que te quedes con el que más te guste. Da la impresión de que para repertorio clásico, el abeto está un poco en horas bajas últimamente, pero personalmente lo asocio más a una cuestión de modas que a una falta de calidad, cosa que está harto demostrado que no es cierta.
Respecto al abeto, hay dos características adicionales que hay que tener en cuenta. La primera, que es una madera cuyo sonido evoluciona muchísimo con el tiempo. Una guitarra nueva de abeto tiene un cierto sonido «sordo», como que le faltase algo. Es con el uso y con el paso del tiempo como las guitarras de abeto se van «abriendo», y van apareciendo todos esos armónicos y esa resonancia que le son tan característicos. Esto es importante tenerlo en cuenta cuando compramos una guitarra de abeto. Si es nueva, tenemos que imaginarnos cómo será el sonido una vez que hayan pasado unos meses de uso. Siempre es a mejor.
La otra cuestión, que tiene que ver en cierto modo con la anterior, pero que hemos de tener en cuenta sobre el abeto, es que es una madera muy sensible a los cambios ambientales, y notaremos muchísimo cómo su sonido se altera en función de si tocamos en un clima más seco o más húmedo, de la temperatura, etc. Se dice que el sonido del abeto es acústicamente menos estable que el cedro. No se trata de cambios radicales, y una guitarra de abeto no va a sonar mal por un cambio de ambiente, pero sí es cierto que su sonido tiene un algo de impredecible: dejo a cada cual que extraiga conclusiones sobre si eso es bueno o malo.
Tapas de cedro: sonido cálido y estabilidad
El cedro rojo (Thuja plicata, por su nombre científico), también llamado cedro canadiense, comenzó a utilizarse para guitarras a mediados del siglo XX. Hasta entonces, lo común era el abeto. Nos encontramos ante una madera de un marrón rojizo claro, con una densidad ligeramente menor al abeto. Es la especie que se utiliza para fabricar lápices, con ese olor característico que todos hemos experimentado alguna vez al sacar punta a nuestros lápices de colores en el colegio.
Como digo, respecto al abeto, el cedro es una madera menos densa, lo que aporta un sonido notablemente más cálido a las guitarras. Tiene menos riqueza armónica que el abeto, y diríamos que el sonido está más enfocado en los primeros armónicos de cada nota, con menos presencia de ese tono brillante y tan «flamenco» que encontramos en el abeto. Es la madera de moda entre los guitarristas clásicos, sobre todo desde que figuras como David Russell o Ana Vidovic adoptaran el cedro para sus guitarras principales.
Al contrario que sucede con el abeto, el sonido de una guitarra de cedro evoluciona mucho menos con el paso del tiempo y es menos sensible a los cambios ambientales. Diríamos que una guitarra nueva de cedro ya nos va a dar casi todo lo que puede dar. Esto, evidentemente, no es una cuestión de blanco o negro, y son guitarras que igualmente maduran su sonido con el buen uso y las muchas horas de vibrar. El cedro es también la preferencia de muchos instrumentistas porque su sonido siempre es el mismo, con cierta independencia de los cambios ambientales.
Elegir una guitarra es algo parecido a enamorarse: tiene un cierto grado de irracionalidad, de cosa en cierto sentido involuntaria. También hay una relación muy estrecha con el carácter que busquemos en nuestras interpretaciones. Hablando de guitarristas que he escuchado en directo, a mi modo de ver, hay intérpretes como Anabel Montesinos o Leonella Alejandro, que han definido su carácter como intérpretes gracias al uso del abeto: no imagino ese aire chispeante y apasionado de Anabel en una guitarra de cedro. Y lo mismo les sucede a Aniello Desiderio o Francisco Luís con el cedro. O sea, que no hay cosas mejores o peores. A propósito de esto, no entiendo por qué mi muy admirado Alí Arango sigue tocando con cedro, y espero no meterme en un lío diciendo esto.
Ahora bien, al igual que sucede con los enamoramientos en las relaciones personales, con las guitarras también pueden darse los amores platónicos, ante los cuales es muy recomendable poner sobre la mesa si una guitarra concreta te va a facilitar o dificultar un buen desarrollo como guitarrista. Y eso depende mucho del repertorio —creo que esto sobre todo—, del tipo de audiencias para las que vayas a utilizar esa guitarra o si solo la usaremos para grabaciones, de si la vas a someter a muchos viajes o no, etc. No quiero meterme en camisas de once varas con esto, pero sí aportar cierta información general que te puede ser útil a la hora de encargar una guitarra a un luthier.