Pensarás que lo que voy a contar en este artículo irá en la línea de recomendar a todo el mundo que se haga una guitarra de luthier ya que, diablos, quien escribe esto pretende ganarse la vida con ello. Pues lamento comunicarte que pretendo casi lo contrario. Lo que busco es convencer a quien realmente necesita una guitarra artesana, y «desconvencer» a quien no la necesita. Llámalo si quieres labor de filtrado, de manera que si eres de los que necesitan hacerse una guitarra, este artículo te ayudará a convencerte; si por contra eres del segundo grupo, te aportará información, quizá algo de cultura para sacar a relucir en tus conversaciones «de cuñado», y poco más.

Como puedes intuir por el tono, en este blog pretendo ser riguroso, pero al mismo tiempo ser práctico y no excesivamente frikie. Soy de los que piensa que aburrir debería ser delito. También aviso de que en buena parte estoy dando visiones personales del mundo de la guitarra y la construcción de instrumentos, así que si no estás de acuerdo con algo, no dejes de decírmelo en los comentarios, siempre —y esto lo pido por favor— que intentes dar razones de tus opiniones. Porque todos somos aprendices: yo el primero; pero el conocimiento debe compartirse, y no simplemente blandirse. Así que después de todo este rollo, vamos al lío.

Consejo: compra una guitarra de luthier si para ti es un herramienta de trabajo

Dejémoslo claro: los luthieres no construimos productos de lujo. Lo que hacemos son herramientas de trabajo. Es verdad, una guitarra artesana es bastante más cara que una guitarra de fabricación industrial pero hablamos de precios que raramente bajan de los 2500 € para los diseños más sencillos). ¿Entonces, qué? Entonces pienso que debería depender del cliente colocar las guitarras de luthier en el cajón de lo caro y lujoso. Y en este sentido pienso que en el caso de las guitarras deberíamos aplicar más una visión empresarial que una visión de consumidor. ¿A qué voy? A que si tu guitarra es para ti una herramienta de trabajo, entonces hazte con una de luthier. No lo dudes.

Y me explico: si has llegado a un punto en el que dedicas a la guitarra un montón de horas al día y cada vez te vuelves más exigente con lo que haces y lo que expresas con tu instrumento, con una guitarra artesanal vas a conseguir tres cosas:

Una guitarra que se adapta a ti, no al revés

Y se adapta muchísimo más de lo que puede hacerlo una guitarra industrial. Porque hablamos de que en una guitarra de luthier puedes elegir el tamaño, las maderas, el diseño del varetaje… ¿Y eso, qué? Pues que, si le vas a echar muchas horas al instrumento, te conviene muy mucho estar a gusto tocando, y no es igual un repertorio que otro, una manera de pulsar las cuerdas que otra… La industria de fabricación de guitarras no puede llegar a personalizar tanto sus productos, porque poner en marcha sus fábricas es tan caro, que si tienen que hacer una unidad solo para ti, no les vales la pena. Así es: no les mereces la pena. La industria —al menos en el mundo de la guitarra clásica—, se dirige a un público más genérico. ¿A que no imaginas a Usain Bolt corriendo los 100 metros lisos con unos zapatos de claqué?

Una guitarra que no te hace daño

Las lesiones en músicos profesionales o de últimos cursos de conservatorio son bastante más frecuentes de lo que muchos imaginan. Quizá sepas de lo que hablo. Porque los guitarristas son intérpretes, sí, pero también «atletas» de la música. Una guitarra artesanal, al estar hecha a tu medida, te va a dar un plus de ergonomía que, si no evitará lesiones, sí puede reducir el riesgo notablemente. Siguiendo con el ejemplo de Usain Bolt, ¿te lo imaginas corriendo con unas zapatillas que le vienen pequeñas?

El contacto con el luthier importa, y mucho

Según mi forma de trabajar, intento mantener una actitud permanente de escuchar al cliente, algo que es vital en las fases de diseño y construcción. De acuerdo, el luthier es quien sabe de maderas, densidades, tiempos de secado, tipos de cola… pero debería ponerlos siempre al servicio de lo que el cliente le pida a la guitarra. Es necesaria también una labor, si se me permite, de «formación» del cliente, en el sentido de que en ocasiones es necesario hacer ver que algo no es posible, o que se pueden hacer más cosas de las que el cliente tiene en la cabeza. Especializarse en esto da muchas variables que son importantes a la hora de construir una guitarra. Además, nadie mejor que él para reparar nuestro instrumento.

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